La meditación no conoce fronteras religiosas, puede ser practicada tranquilamente por un musulmán, como por un judío, como por un cristiano.
La naturaleza de la misma es cosmopolita, todos podemos practicarla aunque aveces pensemos lo contrario.
Como muchos se preguntan incluso si no es pecado les contestamos de entrada de que no y los invitamos a que comiencen con su practica diaria de meditación cristiana.
La meditación cristiana no se diferencia demasiado de las técnicas orientales de meditación, vaciar la mente, encontrar el silencio, y en este caso también a Jesús. Tomaremos asiento con la espalda erguida y mantendremos un flujo conciente de respiración, a esto le sumaremos la repetición constante de una frase que sintamos nos acerca al Cristo.
Esta frase bien puede ser una ideación nuestra, pero lo especialista recomiendan el uso del mantra MARANATHA, una palabra de origen arameo que quiere decir “Ven Señor en mi Auxilio”. De todas maneras nuestra intención debe estar depositada en ella, y si no logramos conectar con el idioma que hablaba Jesús en sus días no abra ningún problema que la reemplacemos por alguna otra frase de nuestro gusto.
No tener un objetivo predeterminado es fundamental para el éxito de la meditación cristiana. Si pretendemos algún resultado extravagante como tener una conversación cara a cara con el señor Jesús o cualquier tipo de resultado, nos estaremos desviando del verdadero propósito de la misma, que es acercarnos a nuestro Cristo Interior.
La meditación cristiana puede durar de 20 minutos a media hora y se recomienda practicarla a diario. Como todas las prácticas de meditación nos ayudara a llevar una vida más sana y plena, tanto mental como espiritualmente. Solo queda en nosotros ahora sumar este hábito a nuestra fe para acercarnos un poco más a Dios y encontrar al Cristo que vive en nuestro interior.